Estas “rocas” pueden encontrarse hasta 6.500 metros bajo el mar y son particularmente deseables debido a la demanda de litio para la fabricación de baterías. El gobierno de Nauru, una pequeña isla en el Pacífico, planea presentar la primera solicitud de explotación minera submarina ante la Autoridad Internacional de Fondos Marinos (AIFM) en nombre de Nori (Nauru Ocean Resources), una filial de la canadiense The Metals Company.
Los nódulos polimetálicos fueron descubiertos durante la expedición científica británica Challenger en la década de 1870. Se forman a lo largo de millones de años y se componen de fragmentos sólidos como dientes de tiburón y espinas de pescados, que crecen lentamente por la acumulación de minerales presentes en concentraciones muy bajas. Ahora, se les describe como “galletas de metales”.
Se pueden encontrar en la superficie de las llanuras abisales, entre 3.5 y 6.5 km de profundidad, con abundancia en la Zona de fractura Clipperton, también conocida como Clarion-Clipperton (CCZ), en el centro del océano Índico y la cuenca de Perú.
Los nódulos están compuestos principalmente de manganeso y hierro, pero también contienen minerales estratégicos como el cobalto, el níquel y el cobre. Los defensores de la minería submarina acentúan su potencial para las energías verdes, especialmente las baterías para autos eléctricos. Sin embargo, las ONG y algunos científicos rechazan esta idea, alegando que es “engañoso” afirmar que la demanda no se puede satisfacer sin estos minerales submarinos.
La extracción de los nódulos polimetálicos se lleva a cabo utilizando un vehículo de succión que se sumerge en profundidades de hasta 4.3 km. En pruebas realizadas en 2022, Nori utilizó este método para succionar los nódulos y los sedimentos en un área de 80 km. Los nódulos se separan de los sedimentos y son llevados a la superficie, mientras que los sedimentos son devueltos al lecho marino.
Aunque este método parece relativamente no invasivo, los conservacionistas y los científicos temen el impacto de los sedimentos liberados y la destrucción de la biodiversidad en el material absorbido. Para organizaciones como Fauna & Flora, la singularidad de los nódulos que atrae a las industrias también es un hábitat único para la vida marina.